viernes, 11 de diciembre de 2015

Tony Molteni, su esencia

Tucumán Fest 5 de Septiembre del 2915

Cuando las palabras faltan, la música habla. Desde que comencé a sentir la música comprobé que es así, cuando suena, los problemas se olvidan, el amor se expresa, se alivia el alma, se siente la libertad, se dice todo lo que no se puede decirse con palabras y que no puede quedar en silencio. Así de esa manera, rockanroleando la vida, fue que un día del año 2003, mientras pasábamos una noche entre amigos, escuche Karma Sudaca, conocí a un loco que canta con el alma, que deja todo en el escenario y en el final se entrega a su púbico y queda en el aire. Una banda copada con temas espectaculares, no sé si fue porque con la música todo toma sentido, pero conocí lo que era el rock sudaca y me convertí en un fanático más.
Mi desafío será tratar de expresar en palabras lo que con la música ya está todo dicho, una misión imposible por momentos, pero desde mi admiración trataré de contar quien es Tony Molteni, el rocker, el cantante, el vecino que todas las mañana compra el pan en ojotas desde que era pequeño, el amigo que está sentado al lado en un bar tomando un birra, el ídolo que siempre brinda fotos y autógrafos.
Un jueves a la noche salí de mi casa rumbo a un bar conocido donde siempre lo veía a Tony, llegue me encontré con unos amigo y comencé a buscarlo, aún no estaba. De repente lo vi, estaba hablando con unos chicos en la puerta, me puse nervioso y no me anime a hablarlo. Tuve la oportunidad y la desaproveche. Ahora dedo buscar otra para poder entrevistarlo. Por suerte la movida del rock creció mucho en Tucumán, y me enteré que Karma tocaría en el Tucumán Fest, era la oportunidad que esperaba.
Como es costumbre, cuando subieron al escenario fue un placer escucharlos y poder eternizar ese momento con algunas fotografías. El show continuó, escuchamos a Nonpalidece y la Vela Puerca, una noche de reggae y rock and roll. De repente, un amigo me dice: “Sacame una foto con Tony” Quede sorprendido, era él, estaba a mi lado con su pareja disfrutando de la música de las Pelotas. Mi amigo ya entonado se le acercó y le decía que lo admiraba, en ese momento se sacó la camiseta de los Leones de la Banda, que llevaba puesta y se la regalo. En ese momento me acerque y les saque una foto, inmediatamente pensé: “Esta es mi oportunidad”. Inmediatamente lo encare, lo saludé y con vos media nerviosa comencé a contarle mi locura. Lo miraba fijamente para leer cada expresión de su rostro, como para ir anticipando una respuesta. Me tranquilizaba ver que se reía y me decía:
-"¿En serio? ¿Querés escribir sobre mí? No tengo problema, anota mi número”. 
Y ese fue el momento más divertido, cuando comenzaba a darme su número y a medida que lo escribía veía que ya lo tenía agendado como “Karma”, fue gracioso, todo el tiempo lo tuve en mi teléfono y yo ni enterado. Charlamos un rato largo, le conté como los escuche la primera vez y que su música me parecía muy buena.
Hablamos de algunos de sus recitales, cuando tocaron en el escenario “No a la trata”, cuando estuvieron en Jujuy, Amaicha del Valle, Cosquín Rock y una infinidad de escenarios más. Aún tengo la intriga de como es el Tony de todos los días, eso vendrá después. El primer paso ya se dio, habrá que esperar el segundo encuentro.
Tony recibe la camiseta de los Leones de la Banda de un admirador


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Una noche nublada, pasó a ser especial cuando me encontré con Tony y lo invitamos a la casa de un amigo y aceptó. En el trayecto de ida hablamos de todo, política, fútbol, la lluvia, el calor y muchas cosas más, al llegar a la casa de José, nos sentamos en el comedor y cuando me di cuenta la charla estaba más interesante, no sé como pero estábamos hablando de los sueños, comentó que lo logrado con Karma es algo que superó lo que el soñaba, que siempre fue de tener los pies en la tierra, de saber en dónde estaba y era consiente que todo era más difícil desde ahí, desde una provincia del interior en donde recién estaba naciendo la movida rockera, partiendo desde ahí hasta el día de hoy, no puede creer lo que lograron, que haya gente que se identifique con ellos, que sigan la banda, que canten tus canciones. Yo trataba de disimular la emoción que tenía al estar sentado en una misma mesa con él y escuchándolo.
Siguiendo la charla, veo que se acomoda en la silla, prende un cigarrillo y dice:
-“Es algo fuertísimo, algo difícil de creer, algo único, de lo que estamos agradecidos. Y ese agradecimiento se transforma en una responsabilidad, en no querer defraudar.”
Luego indicó que cuando cumple una meta, siempre está el paso que sigue y no lo hace de insaciable, porque él es feliz con lo que tiene, lo hace para poder brindar siempre algo mejor, su música dejó de ser suya y pasó a ser de la gente, por eso siente que deben brindarle todo. Como si le hubiera llegado el viejazo por recordar tantas cosas, se acomoda el pelo y suelta:
-“Un consejo que le doy a los que comienzan con la música, es que el éxito es hacer lo que nos hace feliz, no es vender discos y llenar recitales. Nosotros somos felices haciendo lo que nos gusta, lo disfrutamos, atesoramos las cosas buenas y aprendemos de errores para no cometerlos en la próxima. Hay que tener la fuerza de reconocer cuando nos equivocamos.
Aprovechando que hablábamos de recuerdos le pregunté cómo fue su niñez y me dijo que fue una infancia común, con mucha felicidad. Su familia era muy viajera, al ser su padre un ingeniero civil, lo trasladaban siempre de un lugar a otro, así fue como el nació en la Plata, vivió dos años en Junín, otros en Santiago del Estero y después llegó a Tucumán con ocho años. En el mismo momento que llegaron, su Padre se enamoró del lugar y decidió que era en donde quería vivir. El resto de la familia siempre estuvo agradecida por esa decisión. Acá hicieron sus vidas, amigos, hogares y lugares. Él se siente tucumano mil por mil, porque es el lugar que lo vio crecer, que le enseño todo, en donde pasó los mejores momentos de su vida, y a conocido a las mejores personas.
-“Mi infancia estuvo llena de afecto, de los amigos del barrio, de las travesuras, de compartir con mis hermanas, con mi viejo y mi vieja. Siempre fuimos una familia muy unida. A lo mejor porque siempre estábamos viajando.”
Las anécdotas lo llevó hasta las travesuras más bellas que pasó con sus amigos en la Banda del Rio Salí, cuando se subían en una bicicleta a las diez de la mañana y eran las nueve de la noche y lo buscaban con la interpol, seguía dando vueltas y metiéndose en los cañaverales. Cosas que nadie olvidaría y menos un niño que disfrutaba todo minuto a minuto. Entre palabras y sonrisas, nombraba a sus amigo, el Turco Jorge, Luchino, Juan Manuel, toda gente del mal pero hermosa, del mal porque eran chicos y vivían haciendo travesuras. Veo un suspiro entre risas y dejó salir:
-“Éramos tremendos.”
La escuela primaria de nuestro rocker fue en la Normal, aun se frecuenta con sus ex-compañeros  a pasar que se sienten todos unos viejos chotos. Estaba entretenida la charla y de repente sonó su celular, se le acabó el tiempo, debe ir a ensayar. Y bue… así son las estrellas. Nos despedimos rápidamente y se fue.
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La música siempre estuvo presente en la casa de nuestro artista, su padre Don Oscar Molteni era un eximio pianista, tocaba muy bien y lo hacía siempre que llegaba del trabajo, el pequeño travieso, se sentaba al lado y lo observaba. A veces hacían su propio show, Don Oscar tocaba las canciones y él las cantaba. Así fue como de a poco aprendió a tocar el piano y tiempo después estudió en el conservatorio. Cuando le pregunté más sobre su padre, con ojos un poco brillosos me miró y dijo:
-“Mi viejo era un tipo que respiraba música, se levantaba, prendía la radio o en los viejos combinados ponía sus discos. Mi casa siempre fue musical. De hecho mis hermanas cantan una barbaridad. No sé porque no se dedicaron a la música, el peorcito ahí soy yo.”
En los juegos que tenía, uno era el de ser un cantante, buscaba la rama con forma de micrófono y comenzaba su actuación, así fue creciendo y madurando, hasta que un día escuchó Led Zeppelin y deformó su música totalmente, cambió su gusto musical, ahí descubrió que todo eso le gustaba y que había más.
Aún era un niño, cuando nuestro ídolo fue a su primer recital acompañando a su hermana, actuaba Juan Carlos Baglietto, cuando lo vio se volvió loco, era un Club Caja repleto de gente que saltaba. Desde ese día ya no solo quería jugar a ser un cantante, sino que quería ser un verdadero cantante.
En la secundaria se encontró con un par de locos lindos. Maxi Lopez, “el Taperola” Palacios, “Martillo” Matias y el “Flaco” Amani, quien tuvo la primera guitarra eléctrica, era increíble, iban a su casa solo para verla. Estaban enloquecidos por la música, eran adolescentes de primer año que se juntaban todos los días y se iban a todos los recitales que había. Así armaron su primera banda llamada “Vida 14”, porque tenían 14 años y sus temas hablaban de la vida. Un compañero arregló para que tocaran en un colegio, eran una banda en donde todos tocaban guitarra y ningún otro instrumento. Así fue su debut y su despedida. Años más tarde canto como reemplazo en una banda metalera. Hicieron muchos recitales, hasta llenaron un Teatro Alberdi.
-“Aprendí mucho de ellos. Me enseñaron a ver la música desde otro lado. Por darle el gusto a mi viejo comencé la facultad pero yo quería dejar todo, quería que el rock sea mi vida.”
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En una típica charla de café, sentados en la vereda de un bar, le pregunté sobre el amor.
-“Yo me enamoro todos los días siempre, a los 11 años tuve mi primera novia, recuerdo estar perdidamente enamorado de ella. Y así fue con todas mis parejas, ninguna fue una más, nunca estuve con alguien porque sí, siempre he sentido que sentía cosas fuertes. Que estaba enamorado, que quería estar con esa persona. Hasta que conocí a una persona que vas más allá del amor, con la que comparo todo, me apoya en mis decisiones, nunca hubo un reparo por las giras o ensayos, es muy rockera, es mi última consulta siempre.”
Hablando de ensayos y recitales es algo rarísimo la historia de cómo surge Karma Sudaca. Unos jóvenes que apenas se conocían, una noche coincidieron en un bar, se subieron a un pequeño escenario e hicieron unas zapadas y en ese mismo instante, de repente todo fue magia pura, a todos les encanó, al otro día decidieron juntarse y ensayar. Así fue creciendo la banda y se dio esta comunión de estar hace 20 años tocando juntos. Ya son una familia, se bancan todo.
Cuando comenzamos a hablar de la actualidad me comentó que en el 2016 la banda cumple 20 años y van a presentar el nuevo disco, al observarlo noté una mirada de satisfacción, claro es la devolución para todos nosotros, por todo el fanatismo y apoyo que les brindamos, y como si fuera poco, me cuenta que armaran una nueva edición del Rockerazo para festejar el aniversario. La idea es reeditar los recitales gratis en Plaza Independencia, juntar a bandas con las que compartieron escenario. Que loco, siguen con las mismas fuerzas y ganas del primer día.
Llena de satisfacción ver la total humildad de Antonio Ricardo Molteni, es el mismo que llegó con ocho años a nuestra ciudad, mantiene intacta su esencia. Su banda hoy es la mejor del noroeste, un grupo de amantes de la música, que nunca se separaron. La esencia es lo que los moviliza desde el comienzo. El líder siempre vuelve al principio, para recordar porque hace música. Subir a un escenario es el momento más feliz en su vida, y contagia a todos esa alegría que se hace magia. Karma es una conjunción de personas que no están de acuerdo en todo, pero eso es lo bueno, todos aportan algo diferente y eso se ve reflejado en sus temas. Las canciones son un punto en común de todos, tienen un poco de cada uno.
Nuestro ídolo sueña con un mundo mejor, un país mejor, es un eterno adolescente que sigue teniendo las mismas ganas, la misma rebeldía, y en cada escenario aporta ese granito de arena para impulsar un cambio. Ver gente que lo quiere, lo vuelve loco y se siente en deuda. Por eso siempre arma cosas para el público, es un agradecido de la gente, porque sin ella no habrían vivido ni la mitad de las cosas. Nos causa felicidad saber que nuestra estrella nos quiere mucho, que todo lo hace desde el amor, y reconoce que si no hubiera sido por la música su vida sería oscura. La música le ordenó la vida, y su público le da confianza, por eso cuando ve gente pogiando y cantando, siente que están en el mismo lugar, la confianza que le brindan hace que pueda tirarse de espalda a ellos, porque sabe que lo van a agarrar.
Espero que en estas simples líneas este reflejado un poco de la esencia de nuestro rocker, espero haber contagiado rock.
“Se encienden las luces y estás aquí, comienza este show robando plegarias al corazón”
Recital en el Teatro San Martin 02-10-2015

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