Si comenzamos a hablar de entrenadores de básquet, siempre hablaremos de los que están dirigiendo primera división, liga nacional, TNA o selección Argentina; y nos olvidamos de nuestros valores locales que también están en actividad preocupándose por los chicos en formación.
Cuando iba entrando al complejo Natalio Mirkin y ya estaba llegando a la cancha de básquet, vi a una persona, de 1.69 cm, que estaba tirando al aro; ese individuo era José “Pichi” Figueroa, uno de los mejores entrenadores de formativas de nuestra provincia. Me acerqué a él y le dije: -“Hola, ¿Cómo estás? ¿Qué haces tirando al aro?” Me respondió: -“Chango estoy practicando para que después pueda enseñar bien el tiro.”- Yo me quedé sorprendido con su contestación porque él no es una persona que hable así, siempre es correcto a la hora de hablar. Después de un par de tiros al aro nos sentamos y me invitó un mate, algo habitual en él, que vive con su termo todo el día. “Me puede faltar la comida pero no el mate”, aseguró Pichi.
- ¿”PICHI” como conociste el básquet?
-“Yo vivía en la calle Monteagudo, cerca del Club Estudiantes. Tenía 10 años más o menos cuando un amigo me invitó al club y fui. Era algo nuevo para mí, y muy extraño también. A penas vi el aro dije ¿cómo voy hacer para hacer llegar la pelota al aro? soy un enanito jajaja! Había que tener fuerza de piernas y de brazos, y yo no la tenía. Recuerdo que nuestros partidos de mini básquet terminaban 6 a 2, creo que ningún partido superó los 10 puntos. Gracias a Dios, dos años después las reglas cambiaron, y la categoría mini tenía que jugar con aros más abajo; lo que presentó un alivio para mí. Así fue que pasaron los años y el amor hacia el básquet creció más y más.”
La ronda de mate amargo seguía. En un momento miró a la cancha de básquet con ojos llorosos y me dijo: -“¡Qué bárbaro! Que deporte maravilloso es el básquet, me dio todo; y también por amar al básquet me criticaron mucho…” Cuando dijo eso me dejó paralizado.
-¿Por qué fuiste criticado por amar el básquet?
-“¿Cómo te explico? Mira, cuando comencé a ser entrenador tenia 17 años, fui creciendo y me fui metiendo cada vez más. A los 26 me designaron como entrenador de la selección de Tucumán de cadetes, ahí estaba Lucas Victoriano. En ese entonces yo estaba de novio con una chica de Concepción, y cuando ella se enteró que iba a dirigir la selección, me quiso matar. El hecho fue que para ella era demasiado; porque ella quería salir bailar, ir a tomar algo, y yo por otro lado quería entrenar a mis jugadores. Era algo difícil de sostener, “ojo” yo la amaba mucho; pero me di cuenta que amaba más al básquet.
La preparación para el Argentino duró 2 meses, y esos dos meses fueron los últimos de mi noviazgo de 5 años. Todavía recuerdo el hecho que terminó rompiendo la relación. Fue un día sábado que hicimos doble turno con la selección, al otro día era el corte definitivo de la lista, y yo tenía 14 jugadores bien parejos. Llegué a mi casa y en ese momento mi novia me preguntó si podíamos ir al cumpleaños una amiga suya; yo le dije que me disculpara pero no podía, porque al día siguiente tenía el corte definitivo de la selección. Ella comenzó a decirme que no me interesaba ella sólo el básquet, y yo trataba de explicarle que estaba definiendo algo muy importante, ya que mi decisión podía cambiar la vida de varios jugadores. Sin embargo no lo comprendió; tomó sus cosas, llamó a su padre para que la buscase en el auto y cargue así sus pertenecías. Yo hablé con su padre, le expliqué mi situación, él entendió, pero su hija no. Ella subió al auto, y yo entre lágrimas vi cómo se iba… Luego entré a mi casa y comencé a ver la lista de jugadores; mi duda era Lucas Victoriano, no por sus condiciones, sino porque toda esa semana de entrenamiento previo al Argentino estuvo engripado, y no lo dejó entrenar bien. Yo siempre repetía en las prácticas que no podían faltar. Ya era domingo, la práctica había terminado, tenia 14 chicos ilusionados; pero sabia que dos iban a estar tristes, era algo obvio. Cuando empecé a dar la lista rápidamente miré a Victoriano, le vi la cara y estaba a punto de llorar porque no lo nombraba, y así el último fue Lucas. Antes de viajar al argentino le dije que se preparase, porque que iba a llegar a la selección Argentina y no iba a volver a Tucumán. Él me miró sorprendido, y en medio del torneo, la Confederación Argentina dio los convocados a la selección, él estaba en la lista. Cuando regresamos a Tucumán, recibió un llamado de Olimpia de Venado Tuerto para ir a jugar la liga nacional; se terminó yendo, y cuando estaba allá me llamó y me dijo que yo le había anticipado todo, y me agradeció por la confianza que le tuve. Al pasar ese lindo momento en que Lucas me agradeció por todo, yo me senté en el fondo de mi casa, empecé a cebar mate, y me acordé cuando mi novia y yo nos peleamos. Entonces pensé que ella no se imaginaba cómo podía cambiar la vida de Lucas. Por suerte me la jugué por él y no me fue mal; si bien perdí mi noviazgo, gané mucho, porque la madre de Lucas me agradeció toda la vida por haberlo llevado a la selección. Es por eso que está donde obviamente está. Eso lo veo yo porque vivo el básquet a mil por mil, no mi ex novia que no vivencio eso. Ella me criticó toda la vida, para su amiga fui el peor hombre que existió; pero eso no me importó. Lucas me dio una satisfacción que nadie me dio, y eso que solamente lo tuve en la selección tucumana 3 meses. Es así, el básquet es el amor de mi vida.”
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Figueroa siempre aconseja a sus jugadores. |
Después de esa importante historia que me contó “Pichi” con su novia, era difícil seguir. Él me miró fijo y me dijo -“¿Qué pasa periodista, te quedaste mudo?”-. No sabía qué responder, me dio otro mate y le pregunté –“¿Por qué tenés esa relación tan afectiva con tus jugadores?”
-“Cuando empecé a enseñar básquet tenía 17 años, era aún muy chico. Para todos era un técnico joven y de poca apariencia como tal, imaginate soy un enanito jajaj! Pero siendo adolescente me di cuenta de que muchos de los chicos de mi edad dejaban de jugar al básquet, y yo me preguntaba el por qué de ello, tenía esa duda. Todos los días me quemaba la cabeza pensando y analizando la razón, pero no encontraba la respuesta. Es así que un día fui al Club Estudiantes, en aquel entonces yo era asistente de cadetes menores y le pregunté a un chico: ¿che por qué vos no estas juagando al básquet? tenés 19 años, sos joven para dejar de jugar. Él me respondió - “Es que descubrí que no me gustaba tanto como yo pensaba”- esa respuesta me hizo como un clic. Cuando llegué a casa agarré un cuaderno y comencé analizar ¿por qué dejan de jugar los chicos de mi edad? La respuesta era que si bien a los chicos les gustaba jugar, también les gustaba que les den cariño; y esa falta del mismo hacía que algunos jugadores dejen. Cuando se es chico y se pierde algún partido uno se pone muy mal; entonces es el entrenador quien tiene que estar ahí, del mismo modo cuando se hace algo bien. Por esa razón fue que me propuse estar en todas con mis jugadores; y cuando digo en todas era en TODAS. Desde conocer su familia, averiguar a qué colegio iban, si tenían novia, si dormían bien, si comían bien, prácticamente quería saberlo todo. Necesitaba saber para que los chicos no dejen de jugar. Mira, yo me iba a la casa de un chico que vivía cerca de Estudiantes, iba a buscarlo para entrenar, de ahí pasábamos a buscar a otro, y al otro día buscaba otro; quería que cada chico se meta más en el deporte, pero mis jugadores tenían que ver que el entrenador se meta mucho más”-. Pichi hizo una pausa, tomó un vaso con agua que estaba en la mesa y continuó.-“Mis jugadores veían que yo estaba bien comprometido con ellos y me preguntaban por qué no entrenábamos los domingos. Eso me dejó pensando, y entonces decidí entrenarlos ese día extra; pero no cualquier entrenamiento, sino hacer un entrenamiento personalizado con cada uno. Me iba dando cuenta que cada domingo que pasaba a los chicos les gustaba más el básquet. Pasaban los días, pasaban los años y me percaté que esa fórmula les gustaba mucho, es por ello que lo sigo haciendo hasta ahora”-. Entonces le pregunté por qué creía que esa fórmula le dio tantos resultados. Me respondió: -“Con el correr de los años me fui dando cuenta que los chicos les hacen mucho caso a sus papás, y yo me convertí en una especie de papá para ellos, y no es nada fácil ser padre de 40 chicos jaja! Te doy un ejemplo; yo tenía un jugador en Juventud Unida, se llama Maxi Leguizamón; en ese momento él tenía 12 años y ahora tiene 23. Éramos como padre e hijo, hasta me quedé a dormir en su casa. Recuerdo que aquella vez fui a cenar y él se puso llorar diciéndole a su madre que no quería quedarme a dormir; sus padres muy amables me dijeron que podía quedarme, que no había problema. Entonces esa noche me quedé, al otro día me desperté temprano y me fui. Camino a casa iba pensando que lo mejor que había hecho fue quedarme, ya que debido a mi actitud Maxi iba a comenzar a jugar mejor”. Automáticamente le pregunté si había rendido más en la cancha; con una cara de serio me respondió: -“Él no empezó a jugar bien, empezó a juagar MUY BIEN. Rápidamente después de que me quedé en su casa comenzó a ser un basquetbolista de primera; me di cuenta en ese momento que todos los chicos o jugadores necesitan confianza, y Maxi depositó mucha confianza en mí, es por eso que levantó el nivel. Si yo le decía a Maxi que vaya a San Javier corriendo, estoy seguro iba; creo que eso fue la clave para todo”.
Yo seguía sorprendido por cada respuesta que Figueroa daba. Él me seguía mirando y se burlaba por mi silencio. Pero al instante le dije: -“No me callo nada, y ya sé que Lucas Victoriano fue el jugador que más lejos llegó de los que entrenaste, pero decime ¿Con que jugador tenés o tuviste más afinidad?”- Él agachó la cabeza, miró el suelo unos segundos, levantó la vista y respondió: -“Sin dudas con el jugador que más afinidad tuve es José "PEPITO" Muruaga. Él fue la persona clave en mi carrera como técnico, porque él me enseñó que sin sacrifico no tenés nada”-.-“¿Cómo te enseñó eso “Pepe”?” pregunté. Pichi respondió:-“Lo tuve casi desde los 5 años, él era pre mini y mini cuando pasó por mi tutela. Yo no me olvido más cuando llegaba tarde al entrenamiento de mini porque iba a inglés al frente de Mitre. Cuando llegaba me pedía perdón porque estaba en inglés y se ponía a correr solo vueltas en la cancha. Imaginate que yo me sorprendí la primera vez que hizo eso, no todos los chicos lo hacen. Automáticamente me di cuenta que este chico tenía algo que ni Enrique Muruaga, su primo; o Jesús Martín, chicos muy talentosos tenían, SACRIFICIO. Recuerdo que Enrique desde chico tiraba de tres puntos y Pepito no hacía ni llegar la pelota. Cada vez que sus tiros no llegaban al aro, prácticamente se perdía el mundo para él. No obstante pasaron los meses y comenzó a tirar de tres puntos, si bien no convertía, la pelota llegaba y tenía buena dirección. Rápidamente me acerque a él y le pregunté cómo había hecho para que la pelota llegue de tres, me respondió que los domingos por la tarde su padre le sacaba el aro fuera de su casa, y se dedicaba a tirar hasta la noche. Mi cara de sorprendido era impresionante, no creía lo que estaba oyendo, que un chico tan pequeño haga tales cosas. Yo curioso, como siempre, me acuerdo que estaba un domingo en casa y recordé lo que me había dicho José; tomé mi moto y me fui a ver ese entrenamiento. Su casa quedaba a la vuelta del club Mitre, me paré a dos cuadras y alrededor de las cinco de la tarde vi que José tiraba al aro una y otra vez. Una hora más tarde vi que se cruzó a la vereda del frente y de ahí se agachaba y tiraba, estaba practicando la fuerza para hacer llegar la pelota. Vi unos cuantos tiros, agarré mi moto y me fui. En el trayecto a casa sentía una satisfacción y felicidad increíble, un pequeño de 11 años me estaba enseñando algo que no olvidaría jamás, el SACRIFICIO”.
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"Pichi" ayudando a los chicos a crecer en lo deportivo. |
Yo estaba muy sorprendido por todo lo que había escuchado. Después de la charla tomé mi mochila, saludé a “Pichi” y me fui. Cuando subí al ómnibus mi cabeza estaba carburando mucho y fue cuando decidí ir a Mitre y buscar a “Pepito” Muruaga. Bajé en la Avenida Belgrano frente al club, llegando allí vi entrar a “Pepe”; me acerque a él y le pregunté si tenía unos minutos para hablar, y él muy amablemente me invitó a pasar al club. Estábamos sentados en la cantina de Mitre y le pregunté:-“José ¿Qué significa “Pichi” Figueroa para vos?”- me miró fijo y me dijo-“Es una de las mejores personas que conocí gracias al básquet, él es para mí un maestro”. –“¿Cómo llegaron a tener tanta afinidad?”-pregunté- “Creo que desde día que lo conocí tuvimos química. Yo me acerqué mucho a él porque me daba esa sensación de seguridad; lo escuchaba mucho, al mismo nivel que escuchaba a mi papá. Creo que él fue clave para mí porque me hizo darme cuenta que podía jugar al básquet a primer nivel. Me acuerdo que los domingos entrenaba solo afuera de mi casa y él llegó un día al club y me preguntó si quería entrenar todos los domingos en Mitre. Le dije que si sin dudar. Yo me preguntaba por qué quería enseñarme tiro, y cuando se lo pregunté, su respuesta fue que yo podría jugar en la liga nacional, pero que debía confiar más en mí mismo. Esto me lo dijo cuando tenía 12 años. El tiempo pasaba y nuestra pasión por el básquet crecía cada vez más; en esos momentos no entendía realmente por qué él me brindaba tanto tiempo, y ahora que estoy grande se lo agradezco mucho”-“¿Cuál fue el hecho más importante que viviste con Pichi?” – “Viví muchos momentos con él, pero el que no me olvido jamás es que una fiesta de fin de año en Mitre, me regaló una gorra de los Chicago Bulls con los anillos de la NBA Y me dijo: -“José preparate para marcar a jugadores de la NBA”- , yo quede paralizado; era niño. También recuerdo que cuando tenía 18 años fui convocado a la Selección Argentina y fuimos a jugar un Panamericano; ahí enfrenté a varios jugadores importantes, pero al que más lo recuerdo es a Barea de Puerto Rico, y cuando lo marqué a él se me vino a la mente Pichi.”
Yo estaba en mi casa y seguía impactado por todo lo que había escuchado. Sin embargo, sabía que me faltaba algo más. Al día siguiente me fui nuevamente al complejo Natalio Mirkin, ahí me volví a encontrar con Figueroa. Él estaba sentado en las tribunas detrás del aro; me miró y me preguntó sonriendo:-“¿Otra vez acá? che ¿Por qué tenes esa cara de nervioso?”- yo seguía callado y luego le pregunté:-“¿Pichi por qué se dice que sos gay?” –“Ah! ahora entiendo por qué estabas nervioso jajaja. Muchas personas dicen o dijeron que yo era gay. Al comienzo me molestó mucho que dijeran eso, y por dicha razón iba a dar clases sin ganas. Recuerdo que muchos les decían a mis jugadores que yo era gay y que no fueran a entrenar, eso me desanimaba mucho. Pero con el tiempo mis jugadores se fueron dando cuanta que no era cierto lo que se decía”-.-“¿Por qué crees que inventaron eso o siguen inventado sobre tu sexualidad?” –“Yo lo atribuyo a la falta de inteligencia de las personas. Siempre que había un jugador a quien hacía entrenar mucho tiempo conmigo le decían algo, pero lo cierto es que hablaban sin saber, porque no se percataban que el chico estaba avanzando. Siempre criticaron, pero hay pocos entrenadores que tratan a los chicos como yo. Se molestan porque a mis chicos les va bien. Los que más hablan son los que menos hacen; si ellos quieren tener jugadores buenos, que trabajen; es así no hay magia. Los chicos necesitan trabajo y educación, y es lo siempre trato de darles yo”- .-“¿Qué les respondes a los que dicen que sos gay?”-“Les diría que vengan a decirme en la cara que soy gay. No obstante nadie se animó y nadie se animará a decírmelo en la cara. Ahora te digo algo, nunca supe quienes fueron los que decían que era gay; a diferencia de mí, cuando tengo un problema o quiero decir algo a alguien voy, lo busco y le digo las cosas de frente; eso es ser hombre, no hablar a espaldas”.
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"Pichi" viaja tres veces a la semana a Ranchillos para enseñar Bàsquet. |
Cuando finalizó sus palabras, agarró una pelota de básquet y empezó a tirar al aro. En un momento se agachó, apoyó la pelota en el piso cerca de la puntas de sus pies y dijo: -“Acá comienza el tiro. El lanzamiento es la técnica más complicada del básquet, no cualquiera tira bien. Muchos jugadores creen que convertir es fácil y no se dan cuenta que el tiro es todo práctica. ¿Sabes qué otra cosa es igual que el tiro?”- Me preguntó, y casi al mismo tiempo me respondió – “La vida; la gente cree que la vida es fácil, porque si tenés un auto mejor o algo mejor es más que otro, y que equivocados están. No se olvidan que todos iniciamos igual y terminamos igual. Sin embargo, la única diferencia entre el tiro y la vida es que podes iniciar bien, pero si no tenés equilibrio no vas a encestar. ¿Querés que te demuestre qué es practicar?”- . Se paró en la línea de tiro libre y me dijo: -“Soy un agradecido a Dios por todo lo que me dio”-. En ese momento cerró sus ojos, flexionó las piernas y desde el libre lanzó la pelota que con mucha parábola, entró.
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