jueves, 17 de diciembre de 2015

Daniel López: una historia de reconversión y coraje

El hombre que me encontré en el 2º piso del Hospital de día Néstor Kirchner no difería en nada con aquel que conocí formando parte de las reuniones con la dirigencia del hándball provincial. Espontáneamente amable, reservado y de sonrisa difícil, Daniel López no permite dilucidar si el día que está teniendo le es favorable o no; si está feliz o furioso, sorprendido o incómodo con la situación. Su carácter es como una coraza que impide leer su personalidad a las primeras de cambio, como cuando los ojos necesitan adaptarse a los espacios sombríos luego de haberse sometido a la luz del día seco y caluroso.

Sí, sí. Los lunes, miércoles y viernes podría”. Uno de los peores errores que pueden cometerse en el periodismo es confiarse en que el entrevistado no entiende el leit motiv de las entrevistas, más aún de aquellas que tienen por objetivo diseñar un perfil. Una semana después, un miércoles, debo reunirme con López… y él no puede. Aduciendo falta de tiempo –lo que no es una mentira- me explica por qué no puede “ayudarme” con el trabajo. Un solitario WhatsApp me deja en la triste situación del periodista huérfano: debía reunirme con López… pero él no quiso. De repente no tengo entrevistado, ni historia, y mucho menos palabras.

Tras el plantón, pude sacar la primera conclusión fuerte sobre Daniel: no es un ingenuo. Mi perorata sobre las razones de su elección no lo debe haber convencido. Estar en busca de un personaje ligado al mundo del deporte “con una historia detrás” es una cortina circense que esconde las vergüenzas del quehacer periodístico. Sí, Daniel López fue un gran jugador de hándball, y sin duda uno de los nombres más importantes en la constitución del balonmano en Tucumán. Pero le pasó algo, y está en silla de ruedas. Detectó que el periodismo, como los tiburones blancos, huele la sangre a 100 km a la redonda, y prefirió evitar sumergir su historia en las aguas donde habita ese depredador que caza con grabador y hoja en blanco.

Pero valió la pena atravesar por segunda vez los complicados pasajes de calle Mendoza, donde el shopping a cielo abierto se exhibía como una obra molesta que llevaba ya demasiado tiempo de ejecución. Habiendo dejado su mensaje estancado en las dos tildes azules, me aparecí nuevamente en el hospital, y procedí a sentarme afuera de su consultorio, donde cumple funciones como Auditor Odontológico. Mi segunda incursión me arroja una segunda certeza, ya no relacionada con mi pretendida crónica/perfil: el Néstor Kirchner no tiene “olor a hospital”. Ante su ausencia, una enfermera se ofreció a buscarlo, pero ella salió en una dirección, y Daniel apareció por otra. “Hola, pibe ¿cómo andás?”, lanzó con natural afabilidad. Intenté saber, mirándolo a los ojos, si mi visita (cuyo objetivo es obvio) le generaba irritación. Imposible. El rostro de López (con marcas de la mañana que le cambió la vida) me resultaba, por el momento, infranqueable.

Tras explicarle que no debe ajustar su agenda a mí sino que yo me adaptaré a su agenda, me ofrece nuevamente un contacto. Será en el Colegio Guillermina, donde López entrena a Ladricer.
Su estado en WhatsApp rezaba lo siguiente: “Siempre resistir. Siempre persistir. Nunca desistir”. Coherente. Tal vez me puso a prueba.

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Hasta nuestro encuentro en el Colegio Guillermina de Guzmán, tuve el prejuicioso convencimiento de que no había demasiadas cosas que a Daniel López le llenen de brillo los ojos o le generen espontáneas sonrisas. La entrevista sirvió para romper ese umbral del desconocimiento. Sí que las hay: el hándball es una de ellas.

Son las 18.20 de la tarde. Hace poco concluyó una jornada lectiva para alumnos primarios y aún se observan padres reunidos en la puerta de la escuela tomando del brazo a sus hijos. Ingresando al establecimiento por Bolívar, un enorme portón negro se extiende para que la vista choque de forma instantánea con una magnífica cancha de hándball, con su piso de parqué reluciente y los símbolos olímpicos adornando su trayectoria de arco a arco. Daniel está a un costado, casi pegado al primer tablón de la pequeña tribuna de aquel complejo, escudriñando con  cierta fascinación el desarrollo del entrenamiento de las infantiles de Ladricer. “¿Son los juveniles?”, le pregunto sólo para darme cuenta que mi tentativa de romper el hielo me llevó a realizar una consulta un tanto estúpida, ya que una mera apreciación hubiera desembocado en reparar que, entre aquellos chicos, el más grande habrá tenido 13 años. “No, estos son los más piojos. ¿Viste la cancha? Está preciosa, ¿no? La mejor de Tucumán, sin dudas. Tiene medidas casi profesionales”. Después del elogio, López realiza un tour ocular por el campo, como capturando imágenes para una degustación interna. Efectivamente, la cancha es hermosa. Y, efectivamente, Daniel está sonriendo.

Antes de empezar, quiero que sepás que podés sacarte toda duda que tengás. No tengo drama en responder sobre cualquier cosa”. Esas palabras de advertencia fueron un bálsamo. Mi principal preocupación era que Daniel pensase en mí como un barato instigador del titulaje; como un tipo cuyos principales planteamientos lo lleven de forma irremediable a referenciar los porqués del artefacto en el que está sentado. Le comento que mi intención es aprovechar el entorno en el cual nos encontramos; que el lugar sirva como disparador de un recuerdo efectivo. El Colegio Guillermina ha sido y es trascendental para él, no sólo por las relaciones afectivas que la mayoría puede cosechar mientras cursa el secundario, sino también porque, a través de sus actividades, lo llevó al reconocimiento de sus pasiones.

Cuando tenía 13 años, realizó la transición desde el colegio San Francisco hacia la institución de Bolívar y Sáenz Peña. Su hermana mayor asistía al Guillermina y eso facilitó el traspaso. Si se lo interpela al respecto, no diferencia su carácter por etapas: siempre fue un tipo tranquilo. Pero cuando fue un adolescente quejumbroso de la materia Inglés, el establecimiento educativo le reveló algo que desencadenaría sus pulsaciones agitadas; no de momento, sino para siempre. Daniel no tenía ninguna referencia sobre el handball, pero algo en su desarrollo lo cautivó. Jugó su primer intercolegial ese mismo año y a pesar de que no conocía con exactitud las reglas, esa primera incursión en la competencia le bastó para enamorarse. Desde ahí en más siempre lo buscó; siempre lo necesitó.
Representó al Guillermina en los torneos intercolegiales incluso hasta que llegó al último año. Pero el romance con el deporte no podía finalizar cuando el secundario acabase, y junto a un grupo de amigos que compartía la misma afinidad, fue parte de aquellos equipos que organizaron los primeros torneos fuera de la órbita colegial. Competían en Central Norte y utilizaban el nombre del colegio. La Liga se instituyó oficialmente en 2006, y ahí también estuvo Daniel, siempre en el mismo bando. Primero como Guillermina; luego como Caja Guillermina; después, Caja Ladricer y ahora, Ladricer. Pero siempre López, siempre el jugador que se calificó como “potente, habilidoso y temperamental”, ése que hacía reír a su hermano Maximiliano cuando se enaltecía diciendo que era “el Riquelme del equipo”. 

Maximiliano, rebasando su condición de hermano y compañero de equipo de Daniel, fue prácticamente su acompañante en el trayecto de la vida. Compartieron colegio y formaban (forman) parte del mismo grupo de amigos. Se recibieron juntos como odontólogos. Y una vez que el título estuvo en la pared se lanzaron en equipo hacia la práctica profesional, trabajando en el mismo consultorio. Algunas de esas complicidades Daniel las tuvo que abandonar cuando ocurrió el accidente que modificó su vida. También debió dejar en el cajón de los recuerdos aquella excelsa sensación de mover el arco de 2x3 con un fulminante sobrehombro. 

Kogovsek (izquierda) visitante ilustre
A pesar de todo lo malo que estaba viviendo, habría sido impagable poder contemplar la mutación del rostro de Daniel cuando lo vio ingresar a la habitación. La historia del jugador de handball que estaba peleando por su vida había llegado a conocimiento de casi toda la comunidad del balonmano nacional. Y una prueba firme de ello es que, mientras López se encontraba dando los primeros pasos de su rehabilitación en Buenos Aires, por la puerta entró Andrés Kogovsek, un ícono de la Selección Argentina. Fue a visitarlo con la intención de invitarlo a presenciar los partidos de Gimnasia de Villa Ballester. Le regaló una camiseta y, junto a Fernando Capurro, hizo las veces de nexo para que Daniel conozca a Los Gladiadores, en una experiencia que le sirvió de puntal para superar lo que estaba atravesando. “Para mí ver el handball era una cosa de locos. Pedía permiso en la terapia para viajar a lugares lejanos a ver un partido. No me importaba que me digan que estaba loco”. Kogovsek le dejó una frase que hasta el día de hoy le resulta imposible recordar sin que a sus ojos acudan algunas lágrimas: “¡Huevo, carajo, huevo! No sólo en la cancha, hay que tener huevo en la vida. Y vos ahora tenés que tener más huevos que nunca…



¿Por qué no lo marcaste?”. Es noviembre de 2015, y Augusto Mercado salió de improviso en el partido que Ladricer Rojo le está ganando a Club de Amigos en una Facultad de Educación Física que se estremece con el sol del mediodía. El juvenil, alto y pesado, ha marcado tres goles, pero está cometiendo descuidos en la defensa. Mercado enarboló una respuesta. La explicó detalladamente. Daniel López lo escuchaba atento. Cuando la perorata del jugador terminó, el técnico, con total tranquilidad, insistió: “Perfecto. Pero entonces explicame, ¿por qué no lo marcaste?”. Como jugador o entrenador, Daniel López: obcecado y meticuloso. Pero por sobre todo, enamoradísimo del handball.

Entrenando a Ladricer, Daniel pudo permanecer en su lugar predilecto: la cancha de handball.


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Usted no tiene que estar preocupado por si vuelve o no a caminar. Usted tiene que estar preocupado por si el chico logra salvarse”. Esas palabras de advertencia, por parte de un médico neurólogo que se encontraba en la zona de urgencias, viajaron como agujas y sin escalas al corazón de Daniel López (padre). Era el 22 de julio de 2013 y su hijo, Carlos Daniel, había arribado desde Santiago del Estero a la Clínica Mayo tras atravesar el episodio que modificaría su vida para siempre. En un breve rapto de consciencia por parte  de “Danielito”, él lo había escuchado manifestar que no sentía las piernas. Esa declaración constituiría su máxima preocupación hasta que la cruel y necesaria opinión profesional de aquel neurólogo le ilustró el verdadero estado de las cosas: “Sus probabilidades de sobrevivir son de un 20%”.

Durante dos días, el miedo a lo peor sobrevoló los pasillos de la institución de 9 de Julio 279. Los médicos coincidían en que Daniel se encontraba en un “cuadro crítico” producto de una serie de lesiones graves, entre las que se encontraba un traumatismo de la columna cervical de tipo C6-C7. Esa clase de traumatismos medulares reporta un riesgo de mortalidad que oscila entre 7-15%. Las personas encargadas de examinarlo le informaron a su familia que aquellos golpes comprometían principalmente la respiración del paciente, por lo que la congoja creció. Familiares, amigos y conocidos levantaron sentidas plegarias durante esos días de vigilia y, quiérase creer o no, la respuesta llegó: al tercer día de internación, Daniel estaba consciente y fuera de peligro.

Mientras recibía el cariño de sus padres y era informado a grandes rasgos sobre las versiones que circulaban sobre el accidente, Daniel tenía una inquietud irrefrenable. Notó su cuerpo dañado y no pudo evitar establecer una aciaga relación. Preguntó por Constanza, y se mantuvo incrédulo ante las reiteradas respuestas que recibía indicándole que ella se encontraba bien. “No te creo”, le replicó varias veces a su papá. “Si está bien, hacela pasar. Hacela que pase a la habitación”. Cuando vio el rostro casi intacto de su prometida, sintió una profunda sensación de paz. Pero en esos primeros momentos aún no existía una asimilación total de lo que había ocurrido y sus implicancias.

A un costado de la cancha de handball del Colegio Guillermina, Daniel me confesaría: “Yo no caía en lo que me estaba pasando. Durante un tiempo creí que si realizaba un año o dos de rehabilitación podría volver a caminar y regresar a lo que fue mi vida antes del accidente. Si alguien me decía en ese entonces que jamás iba a volver a caminar, seguro le contestaba que no, que ni en pedo. Recién en FLENI tomé real dimensión sobre mi estado”.

En el Centro de Rehabilitación de la Fundación para la Lucha contra las Enfermedades Neurológicas Infantiles (FLENI), Daniel se daría cuenta, al charlar con otros pacientes que sufrieron lesiones medulares, que aquellos partidos de handball en los que intimidaba a defensores y arqueros con su 1.90 de altura y su lanzamiento potente, quizá se habían terminado, sedimentándose en la memoria como bellos recuerdos; también su labor como odontólogo en el consultorio que compartía con su hermano Maximiliano se veía afectada. “De a poco te vas dando cuenta. Le preguntabas a uno hace cuánto tiempo estaba en el Centro y te contestaba 10 años. Su lesión no era muy diferente a la mía. Con eso basta”. Pero su paso por rehabilitación le otorgó más aprendizajes. Junto a sus compañeros de la Sección Medular, disfrutó buenos momentos. Según sus propias palabras, eran un grupo de personas “que la estaba pasando mal pero que la pasaban muy bien juntos” entre bromas, chistes negros y actividades recreativas. El humor suele ser un método sagaz y efectivo para contrarrestar cualquier cosa. En FLENI aprendió sobre el día a día de una persona en silla de ruedas, el cómo de muchas cuestiones concernientes a lo que de ahí en más debería adaptarse. Daniel regresó tras cinco meses a Tucumán porque sintió, una vez absorbida la experiencia y comprendida su situación, que su recuperación estaba completa. Había una vida por delante, y tenía la certeza de que quería comenzar a desandar ese nuevo camino junto a los que amaba.

Mientras recibía el relato de Daniel sobre esa etapa, fue inevitable abordar el tópico que subyacía en todas aquellas andanzas: la esperanza. “Uno nunca pierde las esperanzas. Sería ilógico hacerlo. Si te digo que ya no tengo ninguna expectativa de volver a caminar, te estaría mintiendo. Pero creo mucho en la ciencia, y sé lo difícil que es. Ojalá que, algún día, sea la misma ciencia la que dé un paso muy grande en cuanto a este tema. Pero uno se cansa de ilusionarse”.

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El handball le ha dado y le da a la vida de Daniel López grandes momentos de regocijo, pero ninguno se asemeja al hecho de haberle otorgado la posibilidad de conocerla a ella. Siendo estudiantes de nivel secundario en el Colegio Guillermina, el deporte los citó en una cancha, iniciando así lo que después se consolidó como una cita permanente con la vida.

Daniel vio a Constanza Arnedo (27) con una pelota de handball y debió sentir que ningún cuadro de Monet podía superar el paisaje que ante sus ojos se elevaba, esplendoroso. Siendo dos años mayor, junto a otros chicos se encargaban de entrenar al equipo femenino cuando un intercolegial se aproximaba. “Siempre la gasto diciéndole que desde un primer momento gusté de ella”, recuerda López con una sonrisa amplia. Pero aun así, la relación no se concretó sino hasta que Daniel egresó del secundario y se encontraba cursando el primer año de la carrera de odontología en la Universidad Nacional de Tucumán, mientras que Constanza atravesaba su penúltimo año en el Guillermina.

La relación creció, afianzándose con el paso del tiempo, y fue Córdoba el escenario en donde Daniel decidió proponerle matrimonio tras ocho años de noviazgo. Fue justamente dos días antes del accidente en Santiago del Estero. Habían pasado un gran fin de semana juntos, y nada parecía indicar que en el regreso, emprendido desde las 6, con un correcto descanso por detrás, se encontrarían con la tragedia.

Eran las 10.30, y el velocímetro quedó en 105 Km/h. Las versiones de los periódicos de Santiago del Estero afirmaban que el vehículo se alejó a 50 metros del trazado de cemento tras volcar en el impacto contra la banquina. “Fue uno de los días más fríos del año, y venía con la calefacción encendida. Creo que eso pudo condicionar que me duerma. Aunque según Constanza no pudo haber ocurrido eso porque poco tiempo antes hicimos una parada y me vio bien. Ella habla de una descompostura. Pero la verdad es que no tengo claro qué ocurrió”, rememoró Daniel. Lo que sí acude a su mente cuando se remonta al siniestro suceso es el ruido de los vidrios al destruirse, el espacio que se comprimía, y luego el vacío.

Daniel fue asistido por un bombero y un enfermero. Cuando lo sacaron del automóvil, sorprendió la cantidad de sangre en su rostro, producto de los cortes. Fue tanta que afirma que pudo haberse ahogado en ella. Todos los detalles producidos luego del impacto se los proveyó Constanza, que le soltó el cinturón de seguridad y escapó por el baúl para pedir ayuda. Llamativa y afortunadamente, la destrucción más notoria ocurrió de su lado, pero ella salió casi intacta.

Luego vino el raid por las distintas instalaciones médicas. Y Constanza siempre estuvo ahí, siendo el pilar que sostenía la moral de Daniel, quien, en su proceso de recuperación, no estuvo exento de frustraciones y arrestos de furia. “Me enojaba con todos. Conmigo mismo. Llegué a estar muy ofendido con Dios”.

En el viaje hacia la aceptación, y en el desarrollo de su reinserción en la sociedad, destaca la vital importancia de su familia, compuesta por sus padres Daniel López (56) y Fátima Beatriz Ovejero (53); sus hermanos Noelia (32), Maximiliano (26) y Nicolás (15) y sus suegros Daniel Arnedo y Myriam Lucas. Pero siempre marcando que todo habría sido imposible sin Constanza: “Si ella no estaba a mi lado todo el tiempo, quizá no estaría aquí contándote todo esto”.

Cuando ella se mudó a Buenos Aires para acompañarlo, él le repetía constantemente que tenía que irse, a lo que Constanza siempre contestó con un reto. Al tiempo en que Daniel me contó esto, ya estaban casados. Me confesó que sus palabras habían surgido desde la impotencia. De la bronca. Pensó que tras el accidente, ella no podría ser feliz a su lado. Ahora comprendía que todo era una reflexión estúpida, condicionada por el momento. “Mi casamiento con ella fue el mejor día de todos. Tengo la suerte de estar casado con el amor de mi vida. Con el tiempo, fui mejorando, aceptando y comprendiendo mi situación. A fin de cuentas, es sólo una silla de ruedas, que la podés ver vos o el que quiera verla, pero no pasa de ahí. Mi vida sigue, y estoy cada día más feliz con las cosas que tengo”.

Daniel y Constanza se casaron el 30 de octubre de 2015


Curioso: Daniel López cumple años el 31 de diciembre. Una de las frases que más se puede leer en ese día es aquella que reza “Año Nuevo. Vida Nueva”. Daniel, sin dudas, y después de todo lo que pasó, sabe de novedades. Sabe de nacimientos. Sabe de renovación. Y sabe de resurgimientos.




El deporte en Tucumán

El deporte en Tucumán da mucho que hablar, en la provincia si vas caminando por la calle te hablan del fútbol, es el deporte más jugado, y en este 2015 se penetro en el fútbol por el ascenso de Atlético Tucumán a primera División, tuvo un buen paso que hizo historia.


San Martín no tuvo una buena temporada y a los hinchas que cruzas por el camino y le preguntas por el equipo y se mostraran dolidos.
También se jugaron la liga tucumana, fue una liga muy atrapante y una final muy histórica, que la terminó ganando Ñuñorco.

Si pasamos a otro deporte por ejemplo el básquet tucumano este año se lo vio más activo en los medios. A los que menos lo tienen muy en cuenta y no muy hablado el handball, en estos últimos meses me toco ir a cubrir partidos y tienen buenos jugadores, buenos equipos y que es muy poco difundido.
El hockey es otro deporte muy bien reconocido, hay muy buena difusión, este último mes estuvieron jugando las leonas y el paso de ellas es como que le dieron más rodaje.

Creo el deporte tucumano hay muchos jugadores 
con buena trayectoria y equipos de distintos deportes, entrenan día a día para tratar de llegar a salir en algún medio, pero si son de un deporte no muy reconocido como el roller, baseball, atletismo no le dan mucho rodaje, cuando deberían ser reconocidos todos.

miércoles, 16 de diciembre de 2015

Bicho de Radio



 Hoy nadie tiene las pelotas necesarias para poder decir la verdad, todos opinan pero nadie se anima,  es algo que prácticamente es imposible de escuchar. Vivimos en un mundo donde cualquiera por unos míseros espejitos de colores se deja vender al silencio, la mediocridad en esta profesión está a la orden del día. Cuando te metes con los intereses de algunos tipos malos todos los que te rodean se te hacen a un lado y te tratan de loco. Lo lógico de cuando revelas los negocios de personas malas, lo ideal es hacerlo desde el anonimato, más si estos son unos gordos mafiosos. Pero cuando sabes que tienes el apoyo de la masa popular a tu favor, cuando tienes a los líderes y presidente en tu contra y hasta la barra más desprolija te escucha y se toma la molestia de saber todo lo que haces. Tal vez quiere decir que tu concepción de la realidad no está muy lejos de la verdad. Para Mauro Guglielmi decir la verdad es poder ver en este mundo rodados de ciegos.
 Son las 19:55 de la tarde, ya no queda nada para que caiga la noche en Tucumán, es el horario donde todos los trabajadores ya se encuentran rumbo a sus casas a descansar. Es sabido que esta franja horaria es el horario central para las radios y en Radio Sport no es la excepción. Hoy es día de programas partidarios y en menos de 5 minutos arranca Pasión por el Santo. Con 6.000 adeptos en Facebook y más de 10 años al aire, este programa ha pasado por todo tipo de situaciones, por distintas casas y diferente formato. Pero lo que lo caracteriza y lo mantiene en pie, la sigue luchando, es su conductor, Mauro Gerardo Guglielmi. Pero como siempre se está demorando más de la cuenta.
 ¿He alguien sabe su viene Mauro? Se escuchan voces en la radio un poco preocupada. El conductor del siguiente programa no llega y está a punto de arrancar. Pero también es muy conocido par aquel que trabaja ahí que la puntualidad no es el fuerte de Mauro.
 La actualidad San Martín no presenta un buen andar en el campeonato, bueno, podríamos agregar que desde hace bastante tiempo que no tiene un campeonato decente que sea acorde a lo que es el santo, por lo que no será difícil conocer el repertorio del programa de hoy. El que escucho los programas anteriores más o menos sabrá lo que pasará. La última alegría que consiguió los de ciudadela fue haber jugado la primera división del futbol argentino, ósea que estar en la tercera división es prácticamente un infierno. Ya se pasa unos minutos de las ocho de la noche cuando llega el conductor del programa, igual todavía faltará para salir al aire, todavía no se acomodó. Luego de que la canción Costumbre Argentinas sonara dos veces completa, Pasión por el Santo está al aire. Como marcaba en un principio, Mauro es especial, pues lleva hablando más de 40 minutos sin haber hecho una pausa y ya le avisan por el interno que tiene que hacer el cierre de despedida. Como vaticinaba, en la emisión de hoy no se salvó nadie, jugadores, dirigentes, e incluso el cuerpo técnico también fue apuntado. Gritos, insultos y falta de respeto son frases muy naturales en este momento. 
 Se pasaron más de diez minuto del cierre cuando llega a su fin el programa y tanto el conductor, como los panelistas hacen las lecturas de los mensajes enviados por los oyentes y salen del aire. Entre reclamos y bromas ingresa la contra al estudio para a hacer su programa y Mauro  se apresura para volver a su casa en Las Talitas. Mi objetivo de conocer el trasfondo de la historia empezará mañana. Lo que sí, antes lo acompaño hasta la parada, el colectivo a tomar es la línea 18 sobre la avenida sarmiento. Mientras nos dirigimos hacia allá, caminamos con su mano agarrándome el hombro y hablamos sobre qué pasará con el destino del fútbol Argentino. 

Negligencia 

 Guglielmi, Mauro Gerardo nació en el invierno julio de 1982, época en la en Argentina todos se preparaban para seguir los partidos del seleccionado que estaba por defender su corona en el mundial de fútbol en España. Ese fue el primer Mundial que jugaría Diego Armando Maradona para la albiceleste. Pero no fue un buen comienzo para el protagonista de esta historia, Mauro es ochomesino. Ósea nació prematuro o para explicarlo de manera entendible podemos decir, nació antes de tiempo. Debido a esto a ese pequeño niño se lo alojó en la incubadora unas par semanas. Por una negligencia médica sufrió una fibroplasia, que es producida por un exceso de oxígeno, esto terminó dañando las venas que rodean el ojo. Recién al año de haber nacido su familia se percató de que algo no andaba bien, pues no tenía los estímulos visuales adecuados. Los médico de dieron cuenta que era ambliope, solo veía de un solo ojo. En aquellos tiempos Argentina no la estaba pasando bien, pues estaba sufriendo una crisis grande y Tucumán no estaba ajeno a esa realidad. Viene a colación está referencia por que tan solo con un año de vida a Mauro se lo tuvo que operar de la vista, la falta de tecnología que había hacia esta sea riesgosa, pero otra vez hubo negligencia y perdió la totalidad de su visión.
 A pesar de ser una historia bastante dura de cómo perdió la vista, a él no parece afectarle mucho cuando lo relata, incluso en tono de humor negro afirma: “En esa operación como que me remataran y me sacaron la poca visión que tenía”. “No veo desde nacimiento, bueno en realidad no veo desde el primer año, pero es lo mismo, igual no es hereditario”. Esta aclaración final lo dice porque tiene una hija llamada Yuli Guglielmi Ortiz, quien ella no tiene ningún problema con su vista. Su mujer es Sol Ortiz.
Si se trata de manera adecuada es curable este problema que es muy común en niños prematuros
 A pesar de no ver Mauro es totalmente independiente, viaja desde Las Talitas solo hacia la radio ubicada cerca de la Plazoleta Mitre. Tuvo una infancia a la que se acomodó de una manera que la pudiera disfrutar, era muy sociable, así que amigos no le faltan. Hizo la primaria en la escuela Juan Bautista Alberdi, donde tiene los mejores recuerdos, hizo grandes amistades y se llevaba con la mayoría de sus compañeros, siempre se sintió integro en el grupo escolar. La secundaría fue más complicada por que estuvo viviendo un tiempo en Catamarca, y le costó adaptarse a la nueva provincia, pero igual tiene amigos, conoció las fiesta y dice que le gusta bastante estos tipos de evento.   
  
Comunicador de la verdad 

 Ya es mediodía en la radio y en un poco más de una hora sale al aire “El Clásico Tucumano” otra idea de Mauro y sus compañeros, este es una fusión entre Pasión por el Santo y Sentimiento Decano, los dos programas partidarios que tiene radio. Está vez el conductor está en horario por lo que el tiempo nos da la posibilidad de desentrañar y conocer a ese hombre de radio. A pero antes me aclara por ahí se le escapa alguna groserías, y malas palabras.


 Mauro comienza a hablar, “Yo por como soy, por cómo me ha hecho la vida soy demasiado sincero, verborrágico, me gusta decir las cosas como las siento, como las pienso. A veces en el medio eso no es políticamente correcto, el comunicador tiene responsabilidades. Pero tratándose de San Martín la verdad es que me excede y obviamente asumí un estilo de periodismo confrontativo, verborrágico, por que no soporto cundo veo que se le hace daño a San Martin. Obviamente eso me trajo problemas, desencuentro, con dirigente fundamentalmente, con técnicos y con algún que otro jugador…” Claro y seguro, el conductor de 33 años y con una década haciendo Pasión por el Santo sabe muy bien que es lo que está diciendo y sabe que su forma de expresarse no la más recomendable, incluso en la frase inicial dice: “A veces en el medio no es  políticamente correcto”, pues ya de entrada sabemos que por lo menos es consciente de lo que hace. Va, no sé es la concepción que tiene uno del periodismo “formal”, por ahí uno no está habituado a este tipo de comunicador, y por eso uno es llevado a pensar que esto está mal. Capaz todos estamos mal, eso no lo sabremos. Para él San Martín es casi como un hijo, por lo que no tiene  temor a la hora de salir y expresarse contra aquellos que tengan participación en el daño que se le hace, desde jugadores hasta los más altos directivos. Pero no sería de riesgo si no hubiera una respuesta, y si lo hubo. En su rol de comunicador se tuvo que enfrentar con el peso pesado de la mafia de San Martín, eso llevó a que recibiera amenazas, preocupación por su familia y hasta le levantaron programas. Así duro como suena, él lo expresa en la charla como si fuera algo muy común, casi como si fuera normal. Mauro mescla el profesionalismo de la radio con  la pasión de un hincha que acaba de salir de la cancha, y tiene una ventaja, es periodismo partidario, por lo que podríamos decir que tan incorrecto no  es. También afirma que ya por como se hizo y por placer podría remarcar, que ya no puede hacer periodismo light con el equipo de ciudadela, pues eso no va de la mano con su carácter. Pero no tiene ningún impedimento de opinar de cualquier otro tema sin problema. Ya por curiosidad me adelanto en este punto y pienso, como hace para ver lo que uno no puede ver, valga la redundancia. Y entre sonriente me dice, todos me preguntan lo mismo, el misterio se revela: “Para hacer los análisis de San Martín me defiendo con el oído, ese sentido noble que reemplaza la vista. Para mí el oído es tan importante, siempre dicen que hay que aprender a escuchar. Los análisis se basan en escuchar distintos puntos de vistas, análisis de distintos medios y las opiniones de la gente, luego hago un balance serio, aplico el sentido común, soy sincero conmigo mismo y transmito mi mensaje con responsabilidad”. Eso es todo, la palabra clave es usar el sentido común y no mentirse consigo mismo.
Mauro se acomoda para arrancar el Panorama deportivo
 La pregunta ahora sería ¿Por qué cree que cuesta decir la verdad? El en resumen y la conclusión de su respuesta es “intereses”, pero ojo no todos los intereses son malos, el interés de Mauro es que a San Martín siempre le vaya bien. Pero hay otros que tienen intereses económicos, pero aclara, que los entiende, es complicado vivir de la verdad. Para entender el trasfondo de esto señala que el periodismo tucumano es mediocre, pero no es mediocre por falta de compromiso o por profesionalismo o incluso por falta de material. Sino que también se es mediocre por corrupto, por interesarse en la plata o solo lo hacen por vivir de la teta del éxito. Un ejemplo es aquellos periodistas que solo hacen notas complacientes o les abren los micrófonos a las autoridades como el Gobernador sin ni siquiera preguntarle lo que de verdad queremos saber. Parece que si el protagonista no nos cambia el tamaño de la billetera no importa. Y ninguno de salva, en todos lados hay tipos que trabajan por el interés económico, en deporte, política, espectáculo, economía, donde esté la plata ahí hay mediocridad. Pero él también sabe que en el periodismo no es fácil de vivir de esto, que llevar la comida a la casa es la prioridad, pero cree que hay un límite y cada uno tienen que medir hasta cuando hay ética profesional. En nuestra provincia lo que más hace aflorar la mediocridad es la falta de pauta privada y tener que depender de la publicidad oficial es prácticamente… bueno dejémoslo ahí. Mauro esto lo sabe muy bien y lo detalla: “Acá la publicidad oficial que es uno de los máximos ingresos porque la publicidad privada es poca, no es buena, entonces acá se depende mucho de la publicidad oficial. Esta es una gran torta que está dividida entre tres o cuatro manos, o picaros como yo le digo, entre los cuales está Omar Nóblega, las migajas van a parar a los obsecuentes de turno, que son un montón, ósea son un montón que se bajan por migajas”. Para bueno no todo es negro, él hizo un punto y aparte y expresó que también hay gente buena que se merece estar mucho mejor de lo que se encuentran. Tampoco es bueno juzgar a todos porque hay que conocer la historia de cada uno, algunos tal vez lo hacen porque no les queda otra.

La radio es mi caballito de batalla 

 La radio desde hace mucho tiempo que es uno de los medios de comunicación más habitual de los tucumanos, acompañado del diario, son casi dos costumbres para arrancar el día. Transmite una magia que no te hace sentir ni la televisión y tampoco el internet, es mucho más que comunicar, es la compañía de cada momento de la vida. A Mauro de muy joven lo toco esa magia y fue así que ya de chiquito empezó a formarse para ser locutor.
 Para un chico que no puede ver, los primeros estímulos son importantes para su crecimiento, obviamente en su desarrollo el sonido fue fundamental. Así fue que la radio se convirtió en su compañero, esa costumbre que le transmitió su mamá le marcó el camino de su vida. La voz del locutor, el poder de la imaginación y los distintos sonidos eran partes de sus juegos infantiles. Al verse impedido poder jugar a la escondida, a los ladrones y policía, o al avioncito, él se divertía imitando a locutores, haciendo radio, relatando o comentando partidos. Su principal juguete era un grabador a casete. Él lo resumen como “una locura importante”. El regalo que lo terminó de empujar para que se decidiera por ser locutor, fue cuando para su cumpleaños de ocho años su padre le compró un microfonito inalámbrico (sic)  que se sintonizaba con la radio, la frecuencia a la que se acoplaba era la 92.3, el cual tenía cien metro de alcance. Mauro recordó, “Ya ahí jugaba todo el día a hacer radio. Lo mandaba a mi hermanito a hacer móvil en el vecindario y lo escuchaba, lo evaluaba y lo corregía,  una cosa de loco, increíble”. Ya para el secundario sabía bien que es lo que quería ser, faltaba definirse entre locutor o periodista. También ya había hablado en forma personal con las principales voces de Tucumán y hasta había visitado las radios más importantes como LV12 y LV 7. 
Su carrera como locutor tuvo su recibimiento en la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino. Su matrícula está habilitada por el ISER (Instituto Superior de Enseñanza Radiofónica), es locutor nacional desde el año 2003. Desde ahí siempre trabajó hablando delante de los micrófonos. Empezó debutando en radio Alberdi que estaba en FM 102.3, estaba por que hoy ya no existe, era un programa de magazine y entretenimiento. Otra radio que vio a este bicho de radio fue la AM 21, FM Metropolitana, Radio Contacto y Radio Uno, donde trabajó en el programa “Abriendo Camino”. La temática central era la discapacidad y problemas sociales. Problemática a la cual siempre intentó aportar su granito de arena. Es así que trabaja hace 12 años en la legislatura haciendo prensa y difusión. Además condujo varios actos ceremoniales, asesor de la comisión de familia, minoridad y discapacidad. También creó el único periódico mensual escrito en braille y tinta, el cual se distribuía a personas no videntes. Para sumar más logros en su carrera como comunicador, hay que decir que Mauro realizó producciones audiovisuales para personas sordas e hipo acústicas, este tuvo muchos años de trabajo, siete aproximadamente, hasta que se dejó de lado por la falta de presupuesto. (video de archivo cuando fue despedido)


La radio es mi caballito de batalla, es algo que no me cansa nunca, es un desafió permanente por llamarlo así. Claramente tiene que ver con que uno en la vida, uno tiene lecciones de vida, tiene prioridades, con lo que le gusta, con lo que quiere y pretende con los objetivos que se plantea. La radio me hace feliz, hasta hoy no ha tenido ningún remplazo que pueda llenar ese vacío”.
 La casa actual de Mauro es Radio Sport, donde es una de las autoridades, además de tener participación en los programa partidarios de San Martín, El Clásico Tucumano y el Panorama Deportivo. En todos los programas habla de deportes y el más desarrollado es el fútbol argentino. Pero creo que en este punto sería un poco descuidado dejar de lado como es que llegó a tener su propia radio. Pues la verdad que es una historia que podríamos titular “Cuando la vida te agradece por las buenas acciones”. Mauro y Javier Battig se conocieron en una mesa de café cuando se propusieron sumirse en proyectos radiales con programas partidarios. Estos se concretaron, tuvieron aire, pero había algo que no los convencía, ese era la participación de Javier. Pues consideraban que no tenía la suficiente profesionalidad para hablar por radio. Pero sin conocerlo bien, Mauro consideró que no era motivo para no dejarlo salir al aire y se hizo cargo y responsable de  Javier participara en los programas. Como sabemos Mauro conoce muy bien lo que es la no inclusión, sea la actividad que sea, esa lección de vida le formó un carácter jodido, justo y de inclusión, gracias a ello la vida le tenía una retribución importante. Fue así que el padre de Javier Battig confió en Mauro y junto en sociedad con Javier, puso el capital necesario para que desde ya hace 4 años Radio Sport  salga al aire por la frecuencia modulada de la 98.3. Él le gusta decirle a su historia “como llegue a ser directivo de un medio de comunicación”. Su abuela siempre le decía que todo vuelve, su uno hace el bien vuelve y si haces el mal también. 
 Es así como llegó a tener su propia radio y esto es más que fundamental para poder llevar acabo su tarea, pues ahora no tiene que recibir órdenes de nadie, no tiene que limitarse más que a su propio limite y no tienen que levantarle los programas por amenazas que le hacen a los directivos. 
 Para Mauro hacer radio es algo que no se puede explicar, es donde él se siente cómodo, donde puede trabajar y donde se siente útil. Lo que él siente roza lo pasional, lo que le da de comer día a día. Las pocas veces que no pudo hacer radio se sintió muy mal, como un vacío que no pudo llenar con nada. Cierra esta parte diciendo: “me apasiona poder comunicar, interactuar con la gente, el feedback que hay entre locutor y oyente. Eso es lo que me alimenta, es mi satisfacción personal, donde aprendo día a día. Dentro de la comunicación, la radio es mi lugar, donde me siento cómodo en este mundo, donde me siento digno.

  Pasión por el Santo 

Como se pude concebir la pasión por un deporte que solo podes escuchar, como podes amar los colores de tu club si nunca lo viste, como podes pelearte y llegar hasta dar la vida por un equipo que solo conoces por relatos y comentarios. Pues el vínculo que tiene Mauro con el club de Matienzo y Bolívar comenzó de chiquito y por amenazas.

  Ya cuando ese niño empezó a ser consciente de su vida, de sus decisiones, llegó el momento de adoptar unos colores. Su tío es hincha de Atlético Tucumán y Mauro sin entender todavía que era el fútbol ya sentía la presión de elegir. El motivo que lo llevó a hacerse hincha enfermo del ciruja fue casi con una amenaza de parte de su padre, algo así como “o te haces hincha de San Martín o te vas de la casa” Aunque ahora de grande afirma que lo terminó beneficiando, lo encarriló justo a tiempo. Ya con el tiempo fue aprendiendo y metiéndose bien en su corazón el significado de ser hincha de San Martín, con 5 años pisó por primera vez las gradas de la ciudadela. Desde ahí cada vez que el equipo juega son momentos de éxtasis y de tristeza. No, no exagero, sino pregunten a su madre que tenía que aguantarlo cada vez que Mauro venía de la cancha. Por ejemplo cuando perdió la final con Villa Mitre por el ascenso al Nacional B, fueron días de duelo, pero duelo en serio. Pero también hubo otras muestras de su fanatismo barra locura cuando subió la gruta de la Virgen del Valle en rodillas. Esto fue cuando el santo ascendió a primera, no me quiero imaginar si el santo llega a ser campeón de América. Entre una que otra locura están las irresponsabilidades, por ejemplo meterse en la tribuna visitante de Instituto de Córdoba y Colón de Santa fe solo para alentar a su equipo. El caso de Colón fue especial porque estuvo en medio de la gente de local y por momentos molestaba al público. Si le dieran la oportunidad de volver el tiempo atrás lo pensaría mejor, ni siquiera sabe por lo hizo.
 Uno más uno es dos, ser locutor, amar la radio y ser enfermo de San Martín solo podía tener un destino, Pasión por el Santo. Ese programa que tiene el sello personal de Mauro Guglielmi, nació hace ya 10 años. Los otros dos ideólogos, compañero de radio que le dieron una mano en esta locura fueron Elvio Gonzáles y José Ocampo. Este programa que comenzó tímidamente en distintas radios, hoy es el único de su estilo que tiene tanto tiempo de aire. Arrancó en un momento complicado de San Martín, lo acompaño en la mala, luego llegó el éxito deportivo de jugar la primera división y la actualidad donde el santo está en el Federal A. El conductor afirma que esta fue la mejor decisión de su vida a pesar de que reniega bastante con el club de sus amores. Siempre dice que va a dejar el programa, que está cansado, que ya cumplió un ciclo, pero también sabe que nunca se podrá sacar de la cabeza su pasión. En resumen es un mal necesario. 
  Esos colores que nunca pudo ver, pero que lo siente cada día más lo llevó a tener al fútbol como su deporte. Táctica, estrategias, discusiones, los distintos análisis de un juego y esa cosa ilógica que tiene el fútbol son lo que más lo apasiona. Le encanta sentarse a charlar de como arma el equipo el DT, siempre plantea su forma de ver al deporte, que hace falta para mejorar y sueña con el juego lirico. Pero así como expresa lo bueno, también destaca lo malo. Con su forma de expresarse Mauro dice que es lo que no le gusta: “Lo que menos me gusta es el grado de corrupción y podredumbre que hay, es donde más se evidencia las miserias humanas. Todo se puede comprar, hay mucha suspicacia, se pagan árbitro, equipos para que vayan para atrás y también los jugadores ganan sumas onerosas, tipos que son impresentables jugando al futbol y ganan mucha guita”. Claro y directo.

El extraño que quiso conquistar Europa

Si nos proponemos a nombrar a los futbolistas tucumanos más exitosos, tendría que estar él, Rubén López, pero obviamente al no haber trascendido mucho en los medios sería un poco complicado.

Incluso si preguntas en su pueblo si alguien sabe lo que logró, nadie sabría que el tipo que camina todos los días cinco cuadras hasta llegar a la parada principal, fue quizás el deportista más exitoso que tuvo Villa Quinteros
Haciendo su trabajo en el Subsidio de Salud.

Acostumbrado el hombre a atender cientos de personas todas las mañanas de lunes a viernes en su trabajo, el Subsidio de Salud de Concepción. Si! Muchísimas, pero a todas las atiende con una sonrisa y muy educadamente porque sabe que los que van, lo hacen por algún problema en su salud.

Morocho de pelo negro, todavía con físico de delantero potente en sus mejores momentos. Su casa, que si alguna vez quieres llegar y preguntas a alguien te va a decir “en la esquina aquella donde está ese escudo grande de Boca Juniors en el poste, ahí pregunta porque ese terreno es de su madre pero ahí edificó su casa junto a su esposa”. 

Toda una carrera en el club Central Norte donde hoy en día no le queda ningún amigo de los pocos que llegó a tener. De allí emprendió un viaje que estuvo cerca de ser el más importante de su vida y el de su familia. Porque según él, con esta oportunidad le podría dar mejor calidad de vida a sus seres queridos.

Sentado en una mesa chica colocada frente a una puerta que apunta al costado de su casa. Solo tres sillas porque un costado de la mesa está apoyado a la pared. Lo raro de todo es que a pesar que sus paredes con revoque fino sin pintar, están repletas de fotos, no hay ninguna de su época de jugador.

Sin perder tiempo y un poco apurado, quizás por hacer conocida su carrera, comenzó a contar que a principio de los 80, un día de entrenamiento como cualquier otro. El sol cubría toda la cancha de Central Norte y él jugando un loco con sus compañeros escuchó. ¡Eh López, Venì! Era la voz del encargado del club. El nombre no se acuerda, pero dice que era muy bromista. “El viejo” como si lo recuerda ahora le dijo “Ahí te buscan unos dirigentes”. Entonces caminó afuera de la cancha y estaban unos directivos del club y le dijeron que vaya a Villa Quinteros a buscar ropa porque se iba a Buenos Aires.

-Yo no entendía nada.

Esos segundos fueron quizás los más felices hasta el momento. Pensaba e imaginaba que cumpliría su sueño de jugar en un equipo grande de Buenos Aires. Pero cuando caminaba al vestuario a cambiarse escuchó ¡Eh, pero de ahí te vas a España! Ya que un importante dirigente del Málaga, apellido Zamoratte –Tío del actual presidente de la Liga Tucumana de Futbol- quería que juegue en su equipo.

Obviamente Rubén hizo lo que cualquier futbolista haría, aceptar esta propuesta sin dudarlo. El miércoles a la noche llegó a Buenos Aires y a España tenía que hacerlo el viernes.

La mala suerte si existe, y Rubén lo sabe más que nadie. Justo el día que llegó al Aeropuerto, los empleados estaban haciendo paro y no salía ningún avión. La paciencia y el sueño que desde joven llevaba, era lo único que lo mantenía a la espera. 6 días después, recién el martes siguiente pudo viajar pero lamentablemente fueron muchos días de atraso y sin salir de Argentina ya había enfrentado su primer partido que le puso el destino y el resultado fue 0-1.

 En España, al bajar del avión lo  esperaba Zamoratte  con otro dirigente. Rubén, acostumbrado siempre a hablar con muchas personas con esa voz gruesa como de fumador pero asegura que nunca en la vida tocó eso, no sabía cómo empezar la conversación porque ellos no disimulaban la cara de molestos por la demora de la llegada. Aunque no era su culpa, le hacían sentir que sí.

Una anécdota que según él en su momento no le gustó pero no le quedó más que aceptar y quedarse callado es que en el club lo obligaron que le dijera a la prensa que era mexicano, porque justo el Real Madrid había incorporado a Hugo Sánchez (quien ganaría diez títulos en el merengue). Según pudo averiguar López,  si la gente sabía que él también era mexicano, generaría más expectativas en los hinchas de Málaga.

A más de 9 mil kilómetros de su casa y tantas malas noticias juntas, al menos una buena tenía que tener. Y así sucedió, las cosas estaban cambiando de a poco. Recién en la tercera práctica era tenido en cuenta por el Míster, si, a pesar de haber pasado muchos años todavía no se le van algunas 
palabras que solo se escuchan en las películas traducidas al español.

Recorte de un diario de su primer entrenamiento.
El día más esperado al fin llegó. Pudo hacer su debut contra el Cádiz, siendo este un partido que recuerda y mucho algunas jugadas como si se hubieran jugado ayer. De repente se puso de pie tratando de imitar algunas jugadas y hacia como si tuviera un defensor atrás, recreando la situación de aguantar la pelota, con la espalda un poco encorvada y los brazos abiertos y decía. “Así aguantaba la pelota hasta que pasaba algún compañero o sino me daba vuelta y pateaba nomas”.

A fines de los 80,  Peñarol era la revelación del fútbol –en esa década ganó cuatro nacionales y cinco liguillas Pre Libertadores- tenía a Gustavo Matosa, argentino hijo de padres uruguayos. Entonces su representante hizo un arreglo millonario con el secretario del Málaga para que llegue el uruguayo. 

-Al ser muy nuevo en esto no tenía nadie que me represente ni que me asesore, entonces para ellos fue muy fácil hacerme a un costado y yo no podía reclamar nada.


Un largo rato y muy linda charla, sin decir nada se levantó  a buscar un vaso de agua.

-Discúlpame, es que de tanto hablar me estaba quedando sin salivas.

Y se volvió a sentar...

-¿Estas grabando? ¿Estas grabando?

Repetía cada rato para que no pierda ningún detalle de cada dato que buscando y buscando en su mente aun recordaba y para tener alguna ayuda fue a su cuarto y volvió con una caja.

-Nadie sabe lo que tengo aquí.

La puso sobre la mesa y la abrió. Tenía los recortes de los diarios y muchas fotos de su tiempo de jugador.

-Fíjate cual te gusta más así lleves para sacarle copias, pero no te olvides de traerlas.
Se sentó nuevamente y siguió la charla. Ya sin lugar en Málaga, le ofrecieron otros clubes como Lleida y Xerez. Él quería seguir en España porque hasta el momento no había logrado nada, solamente jugar un partido, por lo que aceptó la última opción con mucha esperanza.

Pero allí no le dieron espacio ni siquiera para entrenar por lo que tuvo que volver a Tucumán totalmente frustrado por no haber triunfado como quería.

-Volví triste porque tenía la ilusión de salvar económicamente a mi familia.

A López todavía le quedaba la mínima esperanza.

El tiempo que estuvo en España se hizo muy amigo de Juanito González –máximo ídolo malaguista- que estaba a punto de retirarse y le había prometido que cuando sea técnico lo llamaría para que juegue en su equipo. Lamentablemente González perdió su vida en un accidente de tránsito un 2 de abril de 1992. Y así perdió lo poco de ilusión que le quedaba.


                               IMÁGENES DEL ACCIDENTE DE JUANITO GONZALEZ


Sin dudas, su lugar en el mundo era Tucumán, donde las cosas siempre le salieron bien. Luego del paso frustrado por Europa, no demoraron en llegarle ofertas.

Apenas regresó a su casa, esa misma noche llegaron dirigentes del entonces llamado Juan Manuel Terán, hoy conocido como Santa Bárbara y aceptó sin dudar. Al otro día ya estaba en la puerta para emprender rumbo al entrenamiento y apareció uno de sus amigos que le dio  el futbol, Petrella. Este le hizo una oferta mejor y usó un arma más fuerte, el cariño. Así lo llevó a Atlético Concepción donde pudo sacarse toda la mufa como le dicen en el ambiente y salió campeón. Aunque no lo crean, a esa casa la conocen la mayoría de los dirigentes, incluso iban más que sus familiares.

De a poco estaba volviendo al nivel que alguna vez llamó la atención de ojos europeos. San Martin tuvo un interés por él, pero los dirigentes no se pusieron de acuerdo, algo que le molestó mucho por lo que cuando terminó su contrato pidió el pase y se volvió a Villa Quinteros.

Seguramente cualquier jugador tucumano quiere jugar aunque sea una vez el clásico de Aguilares. Todavía festejando que las cosas estaban cambiando pasó algo inédito. Aparecieron en la casa de su madre representantes de Deportivo y un rato después otros de Jorge Newbery. Al final se volcó por el último. Estaba muy entusiasmado por el clásico, pero se quedó con las ganas porque nunca se cruzaron.

Finalmente Rubén terminó su carrera a los 37 años con la camiseta de Ñuñorco.

Quizás él, como la mayoría de las personas, en los momentos más difíciles es cuando se necesita tener apoyo de los que siempre estuvieron. Tristemente tuvo que afrontar esto prácticamente solo.

-Cuando me iba bien tenía muchos amigos, pero cuando me retiré me sentí muy solo, sentía que ya no servía para nada, así que pensé en quitarme la vida porque lo que me planteaba me salía mal.  Por suerte mi hermano me salvó. Me consiguió trabajo en el Subsidio de Salud, donde trabajo por la mañana y tengo las tardes libres.